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9780060831318

El Zahir / The Zahir

by
  • ISBN13:

    9780060831318

  • ISBN10:

    0060831316

  • Format: Paperback
  • Copyright: 2005-01-01
  • Publisher: HarperCollins Publications

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Summary

El narrador de El Zahir es un aclamado autor de renombre internacional que vive en Francia y disfruta de los privilegios que le otorgan su fama y su dinero. Esther, su esposa de hace diez años, es corresponsal de guerra y a pesar de su éxito profesional y su relativa libertad de los confines tradicionales del matrimonio, se enfrenta a una crisis existencial que la atormenta silenciosamente. Un día, Esther desaparece con su amigo Mikhail -- quien podría o no ser su amante -- y, perplejas ante la ausencia de indicios, las autoridades deciden cuestionar al narrador. Todos se preguntan si Esther fue secuestrada o asesinada, o si fue que simplemente decidió abandonar un matrimonio que la dejaba insatisfecha. El narrador no tiene las respuestas pero poco a poco comienza a interrogarse sobre su propia existencia.

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Excerpts

Zahir SPA, El
Una Novela de Obsesion

Capítulo Uno

Inmediatamente me ponen bajo sospecha, y soy detenido -- yaque me negaba a decir mi paradero el día de su desaparición.Pero el carcelero acaba de abrir la puerta, y ha dicho que soy un hombre libre.

¿Por qué soy un hombre libre? Porque hoy en día todo el mundo lo sabe todo de todo el mundo, sólo con desear la información, ahí está: donde se utilizó la tarjeta de crédito, sitios que frecuentamos, con quién dormimos. En mi caso, fue más fácil: una mujer, también periodista, amiga de mi mujer, pero divorciada -- y, por tanto sin problema en decir que estaba conmigo -- se ofreció para atestiguar a mi favor al saber que había sido detenido. Dio pruebas concretas de que estaba con ella el día y la noche de la desaparición de Esther.

Voy a hablar con el inspector jefe, que me devuelve mis cosas,me pide disculpas, afirma que mi rápida detención se hizo bajo el amparo de la ley, y que no podré acusar ni procesar al Estado. Leexplico que no tengo la menor intención de hacerlo, sé que cualquiera está siempre bajo sospecha, y es vigilado 24 horas al día, aunque no haya cometido ningún crimen.

-- Es usted libre -- dice, repitiendo las palabras del carcelero.

Le pregunto: ¿no es posible que realmente le haya ocurridoalgo a mi mujer? Ella ya me había comentado que, por culpa de suenorme red de contactos en el submundo del terrorismo, algunavez que otra sentía que sus pasos eran seguidos de lejos.

El inspector desvía la conversación. Yo insisto, pero no medice nada.

Le pregunto si ella puede viajar con su pasaporte, él dice que sí, ya que no ha cometido ningún crimen: ¿por qué no iba a poder salir y entrar libremente del país?

-- ¿Entonces existe la posibilidad de que ya no esté en Francia?

-- ¿Cree usted que lo ha abandonado por culpa de la mujer conla que se acuesta?

No es asunto suyo, respondo. El inspector deja un segundo loque está haciendo, se pone serio, dice que me han detenido porquees el procedimiento de rutina, pero que siente mucho la desapariciónde mi mujer. También él está casado, y aunque no le gusten mis libros (¡entonces sabe quién soy! ¡No es tan ignorante como parece!), es capaz de ponerse en mi situación, sabe que es difícil lo que estoy pasando.

Le pregunto qué debo hacer a partir de ahora. Me da su tarjeta,me pide que le informe si tengo alguna noticia -- es una escena queveo en todas las películas, no me convence, los inspectores siempresaben más de lo que cuentan.

Me pregunta si había visto alguna vez a la persona que estabacon Esther la última vez que fue vista. Respondo que sabía su nombreen clave, pero que nunca lo había conocido personalmente.

Me pregunta si tenemos problemas en casa. Le digo que estamosjuntos desde hace más de diez años, y que tenemos todos losproblemas normales de una pareja, ni más ni menos.

Me pregunta, delicadamente, si habíamos hablado recientementede divorcio, o si mi mujer estaba considerando separarse.Respondo que esa hipótesis jamás existió, aunque -- y repito,"como todas las parejas" -- tuviésemos algunas discusiones de vezen cuando.

¿Con frecuencia o de vez en cuando?

De vez en cuando, insisto.

Me pregunta más delicadamente aún, si ella desconfiaba de miaventura con su amiga. Le digo que fue la primera -- y la últimavez -- que nos acostamos. No era una aventura, en realidad erapor la ausencia de obligaciones, el día era aburrido, no tenía nadaque hacer después de la comida, el juego de la seducción es algoque siempre nos despierta a la vida, y por eso acabamos en la cama.

-- ¿Se va usted a la cama con alguien sólo porque el día es aburrido?

Pienso en contestarle que no forma parte de la investigacióneste tipo de preguntas, pero necesito su complicidad, tal vez lo necesitemás adelante -- después de todo, hay una institución invisible llamada Banco de Favores, que siempre me ha sido muy útil.

-- A veces pasa. No hay nada interesante que hacer, ella buscaemociones, yo busco aventura, y ya está. Al día siguiente, ambos fingimos que no ha pasado nada, y la vida sigue adelante.

Él me lo agradece, me tiende la mano, dice que en su mundo noes del todo así. Hay aburrimiento, tedio, e incluso ganas de irse a lacama con alguien, pero las cosas son mucho más controladas, ynadie hace lo que piensa o quiere.

-- Tal vez con los artistas las cosas sean más libres -- comenta.

Respondo que conozco su mundo, pero no quiero entrar ahoraen comparaciones sobre nuestras diferentes opiniones de la sociedady de los seres humanos. Permanezco en silencio, aguardandoel siguiente paso.

-- Serví a un Señor que ahora me abandona en las manos de mis enemigos -- dijo Elías

-- Dios es Dios -- respondió el levita. Él no le dijo a Moisés si era bueno o malo. Se limitó a decir: Yo soy. Por lo tanto, Él es todo lo que existe bajo el sol: el rayo que destruye la casa y la mano del hombre que la reconstruye.

La conversación era la única manera de alejar el miedo; en cualquier momento, los soldados abríran la puerta del establo donde se encontraban, los descubrirían y les ofrecerían la única elección posible: adorar a Baal -- eI dios fenicio -- o ser ejecutados. Estaban registrando casa por casa, convirtiendo o ejecutando a los profetas.

Tal vez el levita se convirtiese, escapando así de la muerte. Pero Elías no tenía elección: todo estaba sucediendo por su culpa, y Jezabel quería su cabeza de cualquier forma.

-- Fue un ángel del Señor quien me obligó a ir a hablar con el rey Ajab, y avisarlo de que no llovería mientras Baal fuese adorado en Israel -- dijo, casi pidiendo perdón por haber escuchado lo que le dijo el ángel -- . Pero Dios actúa lentamente; cuando se dejen sentir los efectos de la sequía, la princesa. Jezabel ya habrá destruido a todos los que continuaron fieles al Señor.

El levita no dijo nada. Estaba reflexionando si debia convertirse a Baal o morir en nombre del Señor.

¿Quién es Dios? -- continuó Elias -- , ¿es Él quien sostiene la espada del soldado que ejecuta a los que no traicionan la fe de nuestros patriarcas? ¿Fue Él quien colocó a una princesa extranjera en el trono de nuestro país, de forma que todas estas desgracias pudiesen suceder en nuestra generación? ¿Es Dios quien mata a los fieles, los inocentes, los que siguen la ley de Moisés?

El levita tomó la decisión: prefería morir. Entonces comenzó a reír, porque la idea de la muerle había dejado de asustarle. Se giró hacia el joven profeta que estaba a su lado, y procuró tranquilizarlo:

-- Pregúntarselo directamente a Él ya que dudas de sus decisiones -- dijo -- . Yo ya acepté mi destino.

-- El Señor no puede desear que seamos cruelmente masacrados -- insistió Elias.

-- Dios todo lo puede. En el caso de que se limitase a hacer sólo lo que llamamos bien, no podríamos llamarlo Todopoderoso; Él dominaría apenas una parte del Universo, y existiría alguien más poderoso que Él vigilando y juzgando sus acciones. En este caso, yo adoraría a este alguien más poderoso.

Si Él todo lo puede, ¿por qué no evita el sufrimiento de quienes lo aman? ¿Por qué no nos salva en vez de dar poder y gloria a sus enemigos?

-- No lo sé -- respondió el levita -- , pero tiene que existir una razón, y espero conocerla en breve.

-- Entonces, ¿no tienes respuesta para esta pregunta?

-- No, no tengo.

Los dos quedaron en silencio. Elias tenía un sudor frio.

Está aterrorizado, pero yo ya acepté mi destino -- comentó el levita -- . Voy a safir para acabar con esta agonía. Cada vez que oigo un grito allí fuera, sufro imaginando, cómo será cuando Ilegue mi hora. Mientras hemos estado encerrados aquí ya he muerto un centenar de veces, cuando podía haber muerto sóo una. Ya que voy a ser degollado, que sea lo más rápido posible.

Él tenía razón. Elías había escuchado los mismos gritos, y ya había sufrido más allá de su capacidad de resistencia.

-- Me voy contigo. Estoy cansado de luchar por algunas horas más de vida.

Se levantó y abrió la puerta del establo, dejando que el sol entrase y mostrara a los dos hombres allí escondidos.

El levita lo cogió por el brazo y comenzaron a caminar. Si no hubiese sido, por algún que otro grito, aquello hubiera parecido, un día normal en una ciudad como cualquier otra. Un sol que no quemaba mucho, y la brisa que venía del océano distante tornando, la temperatura agradable, las calles polvorientas, las casas hechas de barro mezclado con paja.

-- Nuestras almas están presas por el terror a la muerte, pero el día está hermoso -- observó el levita -- . Muchas veces, cuando yo me sentía en paz con Dios y con el mundo, la temperatura era insoportable, el viento, del desierto Ilenaba de arena mis ojos y no me dejaba ver ni un palmo delante, de mí No siempre los planes del Señor concuerdan. con el lugar donde estamos o con lo que en ese momento sentimos, pero te garantizo que Él tiene una razón para todo, esto.

-- Admiro tu fe.

El levita miró hacia el cielo, como si reflexionase un poco. Después se giró hacia Elías.

-- Ni admires ni creas tanto: fue una apuesta, que hice conmigo mismo. Aposté que Dios existe.

-- Eres un profeta -- contestó Elias -- , también oyes voces y sabes que hay un mundo más allá de éste.

-- Puede ser mi imaginación.

Tú ya viste las señales de Dios -- insistió Elias, comenzando a preocuparse con los comentarios de su compañero.

-- Puede ser mi imaginación -- fue de nuevo la respuesta -- . En realidad, la única cosa que tengo en concreto a mi favor es mi apuesta: me dije a mí mismo que todo esto venía del Altísimo.

La calle estaba desierta. Las personas, dentro de sus casas, aguardaban a que los soldados de Ajab completasen la tarea que la princesa extranjera habla exigido: ejecutar a los profetas de Israel. Elias caminaba con el levita, con la sensación de que detrás de cada una de aquellas ventanas y puertas, alguien lo observaba y lo culpaba por lo que estaba sucediendo.

-- No pedí ser profeta. Tal vez todo sea también fruto de mi imaginación reflexionaba Elias. Pero, después de lo ocurrido en la carpintería, sabía que no lo era.

Zahir SPA, El
Una Novela de Obsesion
. Copyright © by Paulo Coelho. Reprinted by permission of HarperCollins Publishers, Inc. All rights reserved. Available now wherever books are sold.

Excerpted from El Zahir: Una Novela de Obsesion by Paulo Coelho
All rights reserved by the original copyright owners. Excerpts are provided for display purposes only and may not be reproduced, reprinted or distributed without the written permission of the publisher.

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