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¿Dónde está la frontera entre ficción y autobiografía, entre realidad e interpretación o conveniencia?
La crítica literaria tiene el término un tanto ostentoso de bildungsroman para referirse a aquellas novelas que relatan el crecimiento moral o psicológico de un personaje, su paso, muchas veces doloroso, de la juventud a la madurez. Novelas de formación o aprendizaje, también se llaman.
Este libro podría ubicarse bajo esa categoría, de no ser porque no es una novela, o no del todo. Es acaso un ensayo de formación. O un diario escrito a destiempo. Cuenta, ciertamente, la historia de crecimiento de un personaje, sus diversos ritos de iniciación -el amor, el sexo, el miedo, los viajes, la escritura, los excesos-, su continua expulsión del Paraíso. Pero esta historia de crecimiento también lo es de sus antepasados -pues el pasado siempre está en constante expansión-, y además es el relato del anhelo de un contexto.
Este libro es el bestiario de una memoria. O la cartografía de un olvido. Otro término popular de la crítica literaria contemporánea es el de autoficción. Este libro podría adjudicarse esa etiqueta de no ser porque uno de sus propósitos es, justamente, combatirla. La literatura siempre se ha ocupado del yo, de esa zona del mundo tan diminuta y tan absoluta, sin necesitar de etiquetas de moda. Este libro -cuaderno vivo, con pulso y extremidades- así lo reconoce. También reconoce que ver el mundo distorsiona el mundo. No se diga vivir en él; mucho menos, narrarlo.
ENGLISH DESCRIPTION
Where is the line between fiction and autobiography, between reality and interpretation or convenience?
Literary critics have the slightly ostentatious term of bildungsroman to refer to those novels that tell about the moral or psychological growth of a character, and their often painful path from childhood to maturity. “Coming-of-age novels,” they are also called.
This book could fall into this category, except that it’s not a novel, or not entirely, anyway. It is a sort of “coming-of-age essay.” Or a diary written at the wrong time. It certainly tells the story of a character’s growth, their various rites of passage—love, sex, fear, journeys, writing, excesses—their continual expulsion from Paradise. But this story of growth is also about ancestors—since the past is in continual expansion—and it is also the tale of longing for a context.
This book is the bestiary of a memory. Or the cartography of an oversight. Another popular term in contemporary literary criticism is autofiction. This book could fall under that label, if not for the fact that one of its purposes is precisely to combat it. Literature has always concerned itself with the self, that tiny, absolute part of the world, without the need for trendy labels. This book—a living notebook, with a pulse and extremities—recognizes as much. It also recognizes that seeing the world distorts the world. And that’s without mentioning living in it, much less narrating it.
