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Capítulo Uno
Nunca tendrás suficiente
"Sólo un poco más".
—John D. Rockefeller, Cuando le preguntaron cuánto era suficiente
Hace poco, un amigo mío le dio un dólar a un mendigo en la calle; este observó el billete, miró a mi amigo a los ojos y le dijo sin inmutarse: "No es suficiente". Aunque ese dólar probablemente no cubra las necesidades de esa persona, incluso aquellos que tienen recursos financieros abundantes tienden a considerar el dinero desde esta misma perspectiva de "insuficiencia". ¿Por qué será que tantas personas sentimos tanta escasez de dinero?
Comparados no solo con una persona que se gana la vida repartiendo volantes, sino también con un monarca del siglo XIX, probablemente ustedes sean relativamente acaudalados; seguramente tienen un hogar cálido y ropas cómodas; pueden desplazarse a una velocidad cincuenta veces más rápido que la cuadrilla de caballos más veloz de monarca alguno, y recibir un tratamiento en un hospital moderno en caso de enfermarse, donde nadie tratará de sangrarlos ni de aplicarles sanguijuelas con el fin de curarlos.
Claro que algunos de ustedes pueden decir que lo que tienen no es suficiente porque simplemente es así. De hecho pueden tener dificultades económicas: es probable que algunos de ustedes no sean admitidos en ese moderno hospital porque no tienen un seguro médico o recursos financieros. Tal vez debas elegir entre pagar la cuenta de la calefacción, el seguro de tu auto, o pensarlo dos veces para invertir en bienes inmobiliarios por temor a no poder pagar los impuestos de la propiedad. Si estás en esta situación, reconozco que es precaria y difícil de resolver a pesar de mi experiencia financiera.
Pero sin importar cuáles sean nuestras circunstancias, la mente tiende a prometernos falsamente que la felicidad solo es posible si conseguimos una mayor cantidad de aquello que queremos: mejor comida, vivienda, transporte, recreación, salud y viajes, para nombrar solamente algunas posibilidades. Sin embargo, ¿no seríamos más felices de lo que podemos imaginar si esto fuera cierto?
Durante las últimas décadas, el crecimiento económico en casi todas las sociedades desarrolladas ha estado acompañado de un aumento muy modesto en los índices de bienestar individual. Entre la Segunda Guerra Mundial y 1995, el aumento en los ingresos ha sido dramático, y la cantidad de tiempo laboral necesario para adquirir muchos bienes ha disminuido sustancialmente. No obstante, y según casi toda la evidencia científica que existe, se ha registrado poco o ningún cambio en el nivel de felicidad de los americanos, y lo mismo se aplica para todo el mundo. En 1958, Japón tenía un ingreso per cápita de unos 3.000 dólares en promedio, una cantidad que está muy por debajo del actual nivel de pobreza de los Estados Unidos. A finales del siglo XX, Japón era una de las naciones más ricas del mundo, pero todo seguía casi igual en materia de bienestar individual (un simple aumento del 3 por ciento en cuarenta años). Y en una encuesta realizada a las 400 personas "más ricas" de la lista Forbes, los individuos más acaudalados del mundo presentaron el mismo nivel de felicidad que los esquimales del norte de Groenlandia y los Masai de Kenia, quienes no tienen electricidad ni agua potable. Es obvio que no somos mucho más felices a pesar de nuestro progreso material. ¿Por qué?
La mente deseante
La mayoría de nosotros no creemos ser codiciosos. Es probable que queramos una casa más grande en un mejor sector, pero solo porque nuestra familia es más numerosa. Queremos un auto más nuevo y hermoso, pero solo por sus características en materia de seguridad, porque gasta menos gasolina, o porque nuestra posición en nuestra compañía depende en buena medida de cómo nos perciban los demás. Es probable que no queramos un objeto material específico, pero sí un mejor salario o un nivel de vida más alto, vacaciones más largas y frecuentes, y pasar más tiempo con nuestra pareja o amigos. Pero incluso cuando anhelamos algo tan intangible como la seguridad o el tiempo libre, es innegable que la mayoría de nosotros dedicamos mucho tiempo simplemente a desear. Aún más, muchas veces actuamos según estos deseos pero no logramos una libertad financiera. Es como si una fuerza exterior nos hiciera despilfarrar nuestro capital, bien sea el financiero o el espiritual. Esta fuerza es conocida en varias tradiciones budistas como la Mente Deseante.
La Mente Deseante siempre está anhelando una experiencia diferente de la que tiene en el momento actual. Bien sea que queramos dinero, amor, un lindo suéter, inversiones con ganancias del 20 por ciento, o un mundo más equitativo, la Mente Deseante insiste en que las cosas tienen que cambiar para que seamos felices, y el dinero es uno de los aspectos en los que tiende a concentrarse. La verdadera razón de ser de la Mente Deseante consiste en desarrollar estrategias y luchar por un futuro mejor: existe bajo la premisa de que lo que tenemos aquí y ahora no es suficiente. La Mente Deseante nos saca continuamente del momento presente en su intento para hacernos felices en un futuro mejor. Y a menos que indaguemos en los mecanismos sutiles y frecuentemente ocultos de la Mente Deseante, incluyendo el hecho de saber si sus promesas de felicidad son realmente ciertas, permanecemos como esclavos de ella y muchas veces perseguimos sus imágenes de libertad durante toda la vida.
Diversas evidencias muestran el predominio de la Mente Deseante. En su libro The Overspent American, Juliet Schor señala que, entre 1975 y 1991, el número de personas que dijeron que tener una casa de vacaciones era un componente fundamental de una vida satisfactoria, aumentó en un 84 por ciento. Durante el período comprendido entre 1987 y 1994, la cifra que necesitaban las personas para "cumplir todos sus sueños", según encuestas, pasó de 50.000 a 102.000 dólares, un aumento muy superior a la tasa de inflación. Según otro estudio psicológico, la mayoría de las personas de los países industrializados quieren más de lo que poseen: el 61 por ciento de los encuestados dijo que siempre estaba pensando en obtener o en comprar algo.
La fortuna en tus manos
Excerpted from La fortuna en tus Manos: Cambia tu vida financiera y alcanza la verdadera Felicidad by Brent Kessel
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