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9780307276575

Los 7 pasos para ser más feliz Cómo liberarte del estrés, las preocupaciones y las angustias del pasado

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  • ISBN13:

    9780307276575

  • ISBN10:

    0307276570

  • Format: Paperback
  • Copyright: 2006-10-24
  • Publisher: Vintage Espanol
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Summary

Mi motivacion para escribir este libro, mas que nada, es que los seres humanos se den cuenta de que tienen el poder dentro de si mismos de hacer cambios en su vida. Con este libro te dare las herramientas para cambiar tu vida y encontrar la felicidad en tu interior. - Dra. Isabel La felicidad es la cualidad mas codiciada en el mundo. Todos la anhelan, pero cual es el camino que debemos tomar para alcanzarla? En su cuarto libro, la Dra. Isabel, anfitriona del programa popular de consejos en linea en Univision Radio, te brinda consejos, ejercicios y tacticas para alcanzar mas felicidad en tu vida. EnLos siete pasos para ser mas feliz,la Dra. Isabel te ayudara a: Explorar como tu pasado influye tu felicidad hoy en dia Identificar la raiz de tus emociones daninas Desprenderte de tu voz interior negativa con afirmaciones positivas Disminuyir tus preocupaciones y estres Tomar control sobre tu diario vivir Reconectarte contigo mismo, tus amigos, tus familiares y con Dios Y mucho, mucho mas No es necesario destinar una gran cantidad de energia y tiempo para comenzar a cosechar los beneficios de la felicidad. Con las tacticas sencillas pero efectivas de la Dra. Isabel, estaras en buen camino hacia reclamando tu derecho a una vida colmada de entusiasmo y satisfaccion.

Author Biography

Conocida como “El Ángel de la Radio”, la Dra. Isabel Gómez-Bassols es anfitriona en Univisión Radio del programa de consejos en línea “Doctora Isabel” y es autora de tres bestsellers: ¿Dónde están las instrucciones para criar a los hijos?, Los siete pasos para el éxito en el amor y Los siete pasos para el éxito en la vida. Ella también es columnista para la revista Selecciones del Reader’s Digest. La Dra. Isabel reside en Miami, Florida.

Table of Contents

Introduccion 3(12)
Primera Parte: Conocerte
La Importancia de la Felicidad
15(19)
La Raiz de Nuestras Emociones
34(23)
Paso 1: Reconoce las creencias que te atan
Los Enemigos Principales: Estres, Temor y Ansiedad
57(58)
Paso 2: Identifica las emociones que te hacen dano
Segunda Parte: Liberarte
El Poder de los Hechizos
115(36)
Paso 3: Liberate de tu voz interior negativa
Los Pensamientos Positivos Son Clave
151(13)
Paso 4: Usa afirmaciones positivas para cambiar tu actitud
El Control Sobre Tu Diario Vivir
164(27)
Paso 5: Toma las riendas de tu vida
Tercera Parte: Comprometerte
Las Conexiones Personales Son Fundamentales
191(13)
Paso 6: Rodeate de personas positivas
Los Pequenos Cambios Marcan La Diferencia
204(29)
Paso 7: Alcanza mas felicidad con tu estilo de vida
Agradecimientos 233(2)
Apendice A Mas Detalles Acerca de Los Desordenes De Ansiedad 235(8)
Apendice B Recursos 243

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Excerpts

Capítulo uno

LA IMPORTANCIA DE LA FELICIDAD

¿Sabías que todos estamos programados para ser felices? Resulta que la felicidad es el estado natural del ser humano. Fíjate en los niños. Los niños son bendecidos con una alegría constante y un perpetuo asombro por el mundo alrededor de ellos. ¿Qué ocurre cuando un bebé tiene hambre o no se siente seguro? El bebé comienza a llorar porque desea regresar lo antes posible a su estado innato —la felicidad.

Nosotros no somos nada diferentes a los niños. Cuando no nos sentimos bien, deseamos regresar lo antes posible a un estado feliz. Como es lógico, los adultos no podemos empezar a gritar cada vez que algo nos molesta. Y no podemos esperar a que alguien corra a solucionar el problema. Ahí recae la diferencia principal entre un bebé y un adulto: mientras que los bebés son incapaces de solucionar sus propios problemas, los adultos no tenemos por qué sentirnos inútiles. Tenemos el control necesario para alcanzar nuestra propia felicidad. No necesitamos depender de nadie ni de nada para alcanzarla.

Ahí lo tienen: nuestro deseo de llegar a ser felices proviene del hecho de que la felicidad es nuestro estado natural. Algunas personas que lean esto no lo creerán. Y es porque ya han sido infelices por tanto tiempo que piensan que así es como están destinados a ser. Se han acostumbrado a ser infelices. Creen que ese es su estado natural o, peor aún, que es el estado natural de todo el mundo. ¡Qué equivocados están!

Punto de vista: el poder de los pensamientos positivos

La gente alegre no tiene que esforzarse por serlo. Han aprendido a mantenerse alejados de la infelicidad. Todo radica en su forma de ver la vida, ya que optan por enfocarse en lo positivo y no en lo negativo. En la vida, hay circunstancias y luego hay nuestras reacciones a esas circunstancias. Quizás no podamos cambiar los sucesos de nuestras vidas, pero sí podemos cambiar nuestro punto de vista con respecto a esos sucesos.

El Dalai Lama dijo una vez que el camino hacia la felicidad verdadera llega cuando en esta vida aprendemos a aceptar tanto las experiencias agradables como las desagradables. La mayoría de nosotros tendrá algún día un choque en la carretera o una avería en el automóvil cuando nos dirigimos hacia el trabajo o a un lugar importante. A nadie le agradará, pero no por eso tiene que arruinarnos la felicidad.

A ti te toca decidir:

• Puedes enojarte y darle una patada al automóvil.

• Puedes gritarle al otro conductor.

• Puedes empezar a preocuparte con: “¿Cómo voy a pagar el arreglo?”

• Puedes imaginar consecuencias exageradas: “Me van a despedir por llegar tarde. No podré pagar la hipoteca. Voy a perder mi casa”.

Y así sucesivamente.

Eso es lo que hace la gente que obstaculiza su felicidad. La gente feliz acepta que algo malo ha sucedido, pero no deja que su tranquilidad y su estado de bienestar se arruinen. Si tienen un accidente, lo primero que hacen es asegurarse de que todas las personas implicadas se encuentren bien. Luego dicen: “El seguro se ocupará de todo. Tendré que ir al trabajo en autobús o pedirle a alguien que me lleve mientras me reparan el automóvil, pero ¡está bien! Gracias a Dios que nadie se lastimó”.

Al acabar este libro, tú también aprenderás a facilitar —no obstaculizar— tu felicidad. Sólo tú controlas tu punto de vista, entonces ¿por qué permitir que eventos externos te lleven a renunciar a ese control propio?

EJERCICIO:

¿Cuán feliz eres?

Uno de los psicólogos más famosos que estudia la felicidad desarolló esta breve prueba que mide tu felicidad. Se llama “La escala de la satisfacción con la vida” y fue desarrollada en 1980 por Edward Diener de la Universidad de Illinois.

Lee las frases siguientes. ¿Qué puntuación les darías en una escala del uno al siete?

1 2 3 4 5 6 7

No es cierto Es más o menos cierto Es totalmente cierto



Pregunta Tu puntaje

1. Por lo general, mi vida está muy cerca de lo ideal._______

2. Las condiciones de mi vida son excelentes._______

3. Estoy satisfecho con mi vida._______

4. Hasta el momento, he obtenido las cosas importantes que quiero en mi vida._______

5. Si pudiera vivir mi vida de nuevo, no cambiaría casi nada._______

TOTAL: _____

Resultados:

31 a 35 puntos: Estás sumamamente satisfecho con tu vida

26 a 30 puntos: Estás muy satisfecho con tu vida

21 a 25 puntos: Estás bastante satisfecho con tu vida

20 puntos: Es el punto neutro

15 a 19 puntos: Estás un poco insatisfecho con tu vida

10 a 14 puntos: Estás insatisfecho con tu vida

5 a 9 puntos: Estás muy insatisfecho con tu vida

Los beneficios de la felicidad

La gente feliz suele ser más saludable que la infeliz. Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que la gente alegre, más positiva y más optimista tiene mejor salud física, tiene mejor salud mental y disfruta de una vida más larga. En un estudio revolucionario, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kentucky le pidieron a un grupo de 180 monjas (entre los veinte y treinta años) que escribieran una autobiografía. Sesenta años más tarde, los investigadores examinaron las autobiografías y determinaron que las monjas que habían escrito las autobiografías más positivas —las que detallaban experiencias asociadas con la felicidad, la esperanza, el amor y los logros— vivieron como promedio diez años más que las demás. Ya que las monjas llevan una vida muy uniforme —practican la misma dieta, no fuman ni beben, pertenecen a la misma clase económica y comparten el mismo pasado matrimonial y reproductivo—, los investigadores pudieron concluir que esos diez años adicionales de vida no se debían a que una monja practicara un estilo de vida más saludable que otra. Concluyeron que esos diez años se podían atribuir a la actitud positiva de las monjas felices.

En otro estudio realizado en la Clínica Mayo en Minnesota se determinó que la gente positiva vive más tiempo que la gente negativa. Entre 1962 y 1965, la clínica pidió a 1.100 personas que llenaran una encuesta de personalidad que les otorgaría una calificación de su grado de optimismo. Al examinar a los participantes treinta años más tarde, los investigadores determinaron que los participantes optimistas tenían un 19 por ciento más probabilidades de estar vivos que los pesimistas.

Las investigaciones también han demostrado que la gente feliz tiene menos probabilidades de resfriarse que la gente deprimida o malhumorada. En un estudio de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, los científicos entrevistaron a 334 voluntarios sobre su estado emocional. Luego administraron a cada participante una dosis del virus del catarro. Cinco días más tarde, los científicos determinaron que todos los participantes tenían la misma probabilidad de contagiarse, pero los voluntarios positivos mostraban menos señales y síntomas de enfermedad. Los investigadores concluyeron que las emociones positivas hicieron que estos voluntarios fuesen más resistentes al catarro común y señalaron que eso indicaba que una actitud positiva tiene mucho que ver con la efectividad de nuestro sistema inmunológico.

Vuelve a mirar a la puntuación total que obtuviste en el ejercicio anterior. ¿Crees que tu nivel de felicidad alargará tu vida o la acortará?

Cuanto más feliz, mejor

Las personas felices gozan de una mejor calidad de vida que las que no lo son. Viven mejor. Disfrutan más. Tienen más amigos. Hasta creo que tienen más oportunidades.

A la gente le gusta rodearse de gente feliz. ¿A ti no? ¿No hay una persona en tu trabajo a quien te gusta saludar porque siempre te responde con una sonrisa amistosa? ¿No hay un amigo a quien todos invitan a las fiestas porque cuenta unas anécdotas fabulosas?

¿Qué opina la gente de cada uno de ellos? “¡Qué alegre es!”

Las personas alegres tienen un círculo de amigos más amplio. Las invitan a salir. Conocen gente. Todos se acuerdan de ellas. Y cuando están buscando a alguien para llenar un puesto vacante en el trabajo, las llaman. ¿No te sientes mejor en la oficina cuando estás cerca de una persona alegre, que al lado de una que siempre se está quejando? El jefe opina lo mismo. Por eso, cuando un puesto más alto queda vacante, ¿a quién crees que piensa ascender?

La gente feliz alegra a los demás. Tiene un brillo que ilumina a quienes se le acercan.

Sonríe y ríe más

Haz una prueba. Cuando vayas hoy al mercado y te acerques a la cajera, sonríele amistosamente y dale los buenos días como si de verdad se lo desearas. No pronuncies palabras huecas. Dile con entusiasmo: “¡Buenos días!” Estoy segura de que el 90 por ciento de las veces a la cajera se le iluminará la cara. Quizá estuviera recostada sobre la caja, cansada y esperando el fin de su turno para irse a casa. Ahora tu sonrisa le dará energía. Te responderá con una sonrisa, no porque se sienta obligada, sino porque lo desea.

Por supuesto, quizá le dieron una mala noticia y existe poco que pudiera animarla. Sin embargo, casi siempre la gente responderá a una sonrisa verdadera.

Y verás que cada vez que lo hagas y te responden con una sonrisa, te dará energía.

La verdad es que ni hace falta que te devuelvan la sonrisa para que se te suba el ánimo. El simple hecho de sonreírte a ti mismo, sin tomar cuenta de quién esté a tu alrededor, te hará sentir más feliz. Has visto a gente hacerlo: una sirvienta doblando una sábana y sonriendo alegremente. Puedes pensar: “Debe de estar enamorada”. Lo está, pero no necesariamente de alguien. Está enamorada de la vida. Sabe cómo alegrarse con los placeres simples. Sabe cómo disfrutar del aroma fresco que se desprende de una sábana limpia. En vez de preocuparse por todo lo que le queda por hacer, ya sea limpiar el suelo o cocinar, se queda absorta en el momento.

Algunas veces ves gente así cuando vuelves a casa del trabajo. Por un lado observas a la gente cansada, pensando todavía en el cliente que llegó de mal humor y protestando. Pero por otro lado, están aquellos que se dejan llevar por el vaivén del autobús, con caras llenas de tranquilidad y satisfacción. Hay gente alegre que puede disfrutar del movimiento durante el trayecto a casa. Están disfrutando del momento.

Otros aprovechan la ocasión para reflexionar sobre algo bueno que les sucedió durante el día: sobre alguien que les dijo lo precioso que tenían el pelo, sobre el pastel de cumpleaños que le van a hornear a su hijo que está por cumplir cinco años el sábado, o sobre lo feliz que se va a poner el niño cuando le enciendan las velas. Son personas que aprovechan el momento para meditar sobre cosas alegres y dejan que la energía positiva los inunde. Están recargando las pilas con felicidad.

¿Cuándo fue la última vez que estuviste sentado solo, esperando el autobús, leyendo un libro o cocinando y sonreíste?

EJERCICIO:

Sonríe y ríe más

Todo el mundo puede sonreír más. Todos. A continuación te propongo un ejercicio que te ayudará a aprender cómo. Puedes hacerlo en casa, en el autobús o durante un receso en el trabajo.

Siéntate. Ten a mano un cuaderno y un lápiz, aunque no los vas a utilizar enseguida. Primero, colócalos a un lado y siéntate.

Cierra los ojos y recuerda algo que te ha hecho sonreír o reír. Puede ser aquel momento de la mañana, cuando tu niña te sonrió al despertarse. Puede ser el cachorro que viste jugando con una pelota mucho más grande que él, tratando sin éxito de atraparla con los dientes. Puede ser el chiste tan gracioso que te contó tu primo el fin de semana pasado que te hizo llorar de la risa. Puede ser cualquier cosa.

Lo importante es que, sea lo que sea, lo recuerdes con lujo de detalles. Cuando viste a tu hija subiendo al autobús escolar con la mochila a la espalda. Cuando se sentó junto a la ventana y volvió la cabeza para verte y te dio una sonrisa de oreja a oreja.

Probablemente estés sonriendo ahora al recordarlo. Disfrútalo. Siente cómo se tersa la piel de tus mejillas y los labios se te abren hacia los lados. Nota cómo te sientes mejor por dentro. Sin prisa alguna. Cuando termines, anota: la sonrisa de mi hija. El cachorro jugando. El chiste de mi primo.

Siempre lleva la lista contigo. Trata de anotar algo nuevo por lo menos una vez al día. Entonces, al menos una vez al día, preferiblemente al despertar, sácala y léela. Las anotaciones te harán sonreír. Y esa primera sonrisa te preparará para sonreír más a lo largo del día.

Viviendo en el presente

Como seres humanos, pensamos demasiado. Podemos estar observando algo hermoso —un río, un niño— y podemos saltar al disgusto que tuvimos con nuestros hijos o en el trabajo. Todo eso en menos de un minuto.

Nos hemos acostumbrado a pensar de forma indisciplinada. Sin completar un pensamiento, nos vamos al siguiente y así sucesivamente. Eso nos va causando una serie de sentimientos, inclusive de ansiedad, que nos pueden paralizar o hacernos pensar que no es posible que podamos resolver todos esos problemas. ¿Cuánto tiempo pasas preocupándote por lo que pasó ayer en el trabajo? ¿O lo que dijo tu suegra? ¿Cuánto tiempo pasas preocupándote por lo que tienes que hacer el lunes cuando llegues al trabajo, a pesar de que es sábado? ¿O por el examen de inglés? ¿O por lo que tu pareja va a decir cuando le digas lo que le pasó al auto?

Todo el mundo lo hace en mayor o menor grado, pero todos estos pensamientos son obstáculos a la felicidad. Una cosa es recordar que olvidaste terminar una tarea en el trabajo y que necesitas llegar un poco más temprano el lunes para concluirla, o que cometiste un error de cálculo en un informe que te había pedido tu jefe y debes arreglarlo en cuanto llegues a la oficina. Pero es algo completamente diferente que no puedas conciliar el sueño porque te sientes preocupado por algo que sucedió. Como dice el refrán: a lo hecho, pecho. Ha sucedido y ya está. Sea cual sea el problema, sólo puedes hacer dos cosas: aprender la lección y solucionar el problema, o aprender la lección y recordar que no debes volver a cometer el mismo error.

Cuando ocupas tu tiempo en preocuparte por algo que sucedió ayer o que va a pasar más tarde, no puedes disfrutar del momento actual. No estás viviendo en el presente. No estás aquí. Te encuentras en el pasado o en el futuro. Como consecuencia de ello, no te das cuenta de lo que está sucediendo en este momento: tu hija dando sus primeros pasos, el aroma del incienso que acabas de comprar, la comida que estás saboreando.

Es cierto que cada día debemos dedicar tiempo a reflexionar y a meditar. Pero en esos ratos, vivir el momento significa permitirnos disfrutar plenamente de ese recuerdo grato o de esas contemplaciones positivas o apacibles. Significa no darle entrada a miles de pensamientos a la vez.

Lo mismo se cumple en otros momentos del día. Necesitas concentrarte enteramente en lo que está sucediendo en el presente. Así disfrutarás verdaderamente de los momentos placenteros y dejarás que se conecten con tus emociones y te colmen de felicidad. Y podrás liberarte rápidamente de los momentos no tan placenteros. Ya habrás solucionado el problema del cliente malhumorado, por lo que te darás cuenta de que no hay motivo para seguir preocupándote. Sabrás que tendrás que disculparte con tu jefe y terminar la tarea que te había pedido tan pronto llegues a la oficina al día siguiente. Pero como todavía no es el día siguiente, ya te encargarás del problema cuando llegue el momento. No hay necesidad de que te arruine la cena.

EJERCICIO:

Saboreando el presente

¿Cómo puedes aprender a vivir en el presente? Aprendiendo a concentrarte en el momento, saboreándolo a plenitud. A continuación te presento ejemplos de cosas que te pueden ayudar. Por supuesto, puedes agregar otras y hacer las tuyas propias. Debes hacerlas diariamente, varias veces al día. El objetivo es llegar al momento en que no tengas que pensar en vivir el presente, sino hacerlo automáticamente.

1. La próxima vez que vayas a comerte una manzana (si no te gustan las manzanas, elige otra fruta), en vez de sujetarla y morderla, tárdate un poco más. Sostenla en la mano un momento, siente su forma. Mírala y fíjate en lo roja que es. Huélela. Cierra los ojos. Ahora muérdela. Escucha el sonido que hace y siente lo crujiente que está cuando tus dientes atraviesan su piel y llegan a la suave carne en su interior. Saborea el jugo con la lengua. Escucha y siente el gusto al masticar. Sólo piensa en las sensaciones que te da esa manzana mientras la comes.

2. Prueba este ejercicio una mañana en que tengas la opción de quedarte en la cama si así lo deseas; una mañana en que no tengas que ir al trabajo ni llevar a los niños al colegio. Cuando te despiertes, no te levantes de la cama enseguida. Quédate horizontal, con los ojos cerrados y los oídos atentos. ¿Oyes pájaros o el tráfico de la calle bajo la ventana de tu apartamento? Deja que tus oídos perciban todos los sonidos posibles. Clasifícalos. Trata de distinguir todos los que puedas: el tictac del reloj, un perro ladrando en la calle, dos pájaros llamándose mutuamente, la respiración suave de tu pareja, tu propia respiración. Aprende a escuchar atentamente y aprenderás a oír de verdad.

3. Cuando estés preparando la cena, no dejes que se convierta en una simple labor doméstica. Emplea todos tus sentidos para divertirte mientras cocinas. Fíjate en los colores de las verduras cuando las cortes; escucha el sonido que hacen los pimientos frescos al abrirlos con el cuchillo y quitarles las semillas. Cuando la comida esté en el fuego, escucha el burbujeo y el silbido del vapor que se escapa. Inhala profundamente: deja que los aromas picantes de las especias, el ajo y la carne cocinándose penetren tu nariz. Cuando pruebes la salsa con la punta de la lengua, saboréala de verdad. Disfruta los sabores que sobresalen y aquellos que se crean cuando se mezclan juntos.

En cada día se presentan cientos de ocasiones para saborear: en la ducha, de camino al trabajo, bajo las sábanas frescas antes de quedarte dormido. Concéntrate en ellos. Cada día, trata de encontrar un momento nuevo que saborear. Pronto saborearás cada momento como si fuera algo natural. No tendrás que esforzarte. Cuando alguien te hable, prestarás atención de verdad, en vez de dedicarte a pensar en lo que vas a decir, o en… lo que sea.

Hacerlo te permitirá recibir la felicidad en tu vida y seguir los 7 pasos para vivir una vida más feliz.

La jerarquía de necesidades

Existen ciertas necesidades que todos debemos satisfacer en nuestro camino hacia la felicidad. Y no creas que varían de persona a persona. Las necesidades que cada ser humano ve como importantes ya han sido identificadas.

En 1954, el psicólogo Abraham Maslow publicó una teoría que exponía que todos los seres humanos tienen cinco necesidades principales. Al satisfacer un nivel de necesidades, nos movemos al siguiente nivel de orden superior, como si estuviésemos subiendo una escalera.

En la gráfica siguiente se encuentra la jerarquía de necesidades de Maslow:

Autorrealización

Necesidades de estima

Necesidades de aceptación

Necesidades de seguridad

Necesidades fisiológicas

Según Maslow, la jerarquía de necesidades comienza con ciertas necesidades fisiológicas básicas que destacan al ser humano como ser biológico: aire, agua, comida, sueño y sexo.

Una vez satisfechas esas necesidades, nos damos cuenta de que tenemos otro grupo de necesidades que tienen que ver con la seguridad. Ansiamos estabilidad y constancia en un mundo caótico. Anhelamos la seguridad que nos proporciona una casa y una familia. A menudo los adultos no reconocen la forma en que los afecta la falta de seguridad, aunque las experiencias de nuestra infancia dejen huellas indelebles. Un niño que se crió en una casa en la que a veces escaseaba la comida puede convertirse en un adulto que come a toda hora o que constantemente necesita tener la nevera llena.

La necesidad de tener seguridad y estabilidad es diferente a la necesidad de dar y recibir amor. No queremos sentirnos solos. A uno le puede gustar la soledad, pero a nadie le gusta sentirse solo. Queremos sentirnos aceptados como parte de un grupo. Clubes sociales, grupos religiosos, la familia e inclusive las pandillas pueden satisfacer esta necesidad.

Esta necesidad de aceptación social esclarece la gran ironía de los inmigrantes que viajan a EE.UU. en busca de una mejor vida para sus hijos, pero luego ven que éstos entran a formar parte de pandillas de delincuentes. El marido y la mujer consiguen dos o tres trabajos para mantener a su familia. Les dan a sus hijos una casa, comida, ropa y la oportunidad de una buena educación. Sin embargo, los padres trabajan tan duro para darles todo esto, que acaban por nunca estar en casa. Entonces sus hijos buscan la “familia” que necesitan y la encuentran en una pandilla. Terminan metidos en problemas y sus padres se preguntan: “¿En qué nos equivocamos? Les dimos todo”.

Después de satisfacer estos primeros tres niveles, descubrimos la necesidad de la estima. Esto incluye el amor propio —sentirse capaz y competente—, al igual que la atención y el reconocimiento que se recibe de los demás.

Por último, Maslow expresó que cuando se satisfacen todas las necesidades, hallamos la necesidad máxima: la autorrealización, que según Maslow, es la necesidad de “convertirnos en todo lo que somos capaces de ser”. Quizá tengamos sed de conocimiento, de paz interior o de unidad con Dios. Sea lo que sea, cada uno de nosotros necesita lograr hacer lo que nació para alcanzar; todos debemos realizar al máximo nuestro propio potencial. Como dijo Maslow, “El músico debe componer música, el artista debe pintar y el poeta debe escribir, si quieren vivir en paz consigo mismos”.

Es muy importante saber que hay un propósito en la vida. Es importante tener esa creencia, llámale fe, de que tú fuiste creado con un propósito muy especial en este mundo. No necesariamente tiene que significar que vas a ser presidente, pero podrías ser la persona que hace los mejores flanes del planeta, o la persona que puede enseñarle a un niño a leer. Se trata de encontrar una razón de ser. En francés le llaman la raison d’être. Y al encontrar esa razón, puedes definirla como misión y eso te va a dar felicidad.

Podemos ir a distintas partes del mundo y ver personas que aún cuidan ganado y llevan a las ovejas a pastar, y así son felices. Se les nota en la paz del rostro, en la aceptación de su vida, que son felices. Por eso creo que la aceptación es un factor que conduce a la autorrealización.

Recordemos a la Madre Teresa de Calcuta. Quizás si a ti o a mí nos pusieran en un centro de leprosos en la India, no seríamos felices. Quizás porque ésa no es nuestra misión. Sin embargo, la Madre Teresa era muy feliz haciendo su obra. Ella fue autorrealizada por sus obras de beneficencia, y fue una persona feliz y en paz consigo misma.

Ahora tienes que pensar:

¿Cuáles de estas cinco necesidades he satisfecho?

¿Cuáles me faltan por desarrollar más?

Si sigues leyendo, te enseñaré cómo satisfacer estas necesidades y muchas otras para vivir una vida más feliz.

Capítulo dos

LA RAÍZ DE NUESTRAS EMOCIONES

Paso 1:

Reconoce las creencias que te atan

Las creencias juegan un papel muy importante en cuán felices somos. ¿Qué son creencias? Las creencias son los pensamientos que formamos acerca del mundo y que tomamos como verdaderos. Por ejemplo, consideren a Lydia, una mujer que recién se enteró que su esposo la engañaba con otra mujer. Con el corazón destrozado, Lydia tomó la decisión de divorciarse de su esposo. Desde entonces ha salido con varios hombres, pero después de unas pocas citas surgían los celos y las sospechas: “¿Quién es esa mujer que te llama constantemente al celular? ¿Desde hace cuánto tiempo que conoces a tu ‘amiga’ Nancy? ¿Por qué vas a salir con ella esta noche y no conmigo?” Lydia le declaraba a sus amigas: “Todos los hombres son iguales”. Como era de esperarse, las relaciones con esos hombres duraron muy poco tiempo.

Sin darse cuenta, Lydia está limitando la posibilidad de formar una relación exitosa y duradera con un hombre que le será fiel. Está permitiendo que su creencia acerca de los hombres —su creencia de que todos le serán infiel tal como lo fue su exesposo—, obstruya su camino hacia la felicidad. Puede que los hombres con los cuales ella salió fueran los hombres más fieles y cariñosos del mundo, pero ella no lo pudo ver. Ahora nunca lo sabrá; perdió su oportunidad. Y esa no es la peor noticia: aquella creencia que ella se formó a base de una experiencia negativa la perjudicará por el resto de su vida a menos que ella la elimine.

De eso se trata este capítulo: de aprender a identificar las creencias negativas que cargas por dentro —tal vez sin darte cuenta—, para así eliminarlas de tu vida. Las creencias negativas son unos de los principales obstáculos a la felicidad: te hacen esperar siempre lo peor en la vida, te hacen temer y dudar. En vez de decirte: “Bueno, ésa es una lección. Voy a evitar hacer lo mismo en el futuro”, formas una creencia de que todo es malo en el mundo. Las creencias se pueden considerar como filtros a través de los cuales percibimos la realidad. Las creencias forman nuestra realidad. Por consecuencia, si nuestras creencias son más negativas de lo que necesitan ser, nuestra realidad también será más negativa de lo necesario. Para cambiar tu realidad e imbuirla de felicidad, primero cambia tus creencias.

¿Cómo cambiamos nuestras creencias? Para deshacernos de una creencia, adivina lo que tenemos que dejar atrás: la emoción que nutre esa creencia. Esos temores y esas dudas que sustentan la creencia. En el caso de Lydia, su temor a que le volvieran a ser infiel era lo que sustentaba su creencia de que todos los hombres le serían infieles. Esa creencia, a cambio, nació de una sola experiencia negativa; de una situación aislada en la cual su esposo le estaba siendo infiel. Para ponerlo de forma más simple: primero ocurre una experiencia, de la cual nace una creencia. Esa creencia, a cambio, te causa todo tipo de emociones. Aquí tienes un diagrama que ilustra la conexión entre nuestras experiencias, nuestras creencias y nuestras emociones:

POSITIVAS/NORMALES

(pensamientos positivos, temores normales, estrés controlado)

EXPERIENCIAS—CREENCIAS—EMOCIONES

NEGATIVAS/EXAGERADAS (fobias, miedos exagerados)

Este capítulo es muy importante, ya que te demostrará que muchas de las emociones negativas que sientes ahora se deben a creencias que te has formado a raíz de experiencias negativas del pasado.

Si estás convencido de que la vida es difícil, pregúntate:

¿Por qué creo eso?

¿Quién me enseñó a creerlo?

¿Cómo ha afectado mi vida esta creencia?

¿Qué serie de circunstancias respaldaron esa creencia?

¿Esa creencia contribuye a mi felicidad? ¿O me hace sufrir?

Entonces pregúntate: ¿Qué le ocurriría a mi vida si no tuviera esa creencia?

Simplemente quiero animarte a que observes, desde cierta distancia, cómo vives tu vida. Recuerda que las creencias se forman bajo la premisa de que son un reflejo de la verdad, pero no necesariamente lo son. Es tu versión de la verdad, y no la verdad en sí. Si nuestras creencias nos limitan de una u otra manera, porque nos hacen creer que somos incapaces de hacer algo o de ser felices en general, será muy difícil realizar nuestros sueños y ser más felices. Con esto en mente, ¿estás listo para abrirle los ojos a la realidad en vez de mirarla a través de creencias dañinas?

Las huellas del pasado

Vamos a comenzar con la raíz de nuestras creencias, con la primera parada en el diagrama que te mostré anteriormente: las experiencias negativas del pasado. Me gustaría enfocarme en la época de la niñez, porque las experiencias de la niñez acaban formando una gran parte de nuestras creencias. Muchos padres son los principales responsables de las creencias que nos afectan en la adultez. Por ejemplo, el padre de Rodrigo siempre le dijo que su juego de béisbol estaba pésimo y que lo necesitaba mejorar. Las exigencias de su padre crearon una experiencia negativa para Rodrigo, y ahora la creencia que él formó es, “No tengo talento para el béisbol”. En esencia, esta creencia hizo que Rodrigo desarrollara una reacción de ansiedad y temor ante el béisbol: se ponía ansioso cada vez que iba jugar en un partido y temía perder el cariño de su padre si no jugaba bien. A la vez, Rodrigo comenzó a juzgarse a sí mismo y a criticarse. La creencia de Rodrigo lo impidió tener una perspectiva realista de sus capacidades. Aunque quizás sí tuvo cierto talento para el béisbol, ahora nunca lo va a saber. Su fantasía de convertirse en jugador de béisbol profesional se desvaneció, y comenzó a pensar que no sabía hacer nada bien. Esto es lo que pasa con las creencias negativas: no vienen de la realidad, sino de cómo imaginamos esa realidad.

Pensemos también en los padres que siempre les están gritando a sus hijos. Muchas veces esto causa que los niños sientan temor a expresarse en voz alta. Se vuelven tímidos o peor, se terminan convirtiendo en gritones en la adultez porque se criaron con la creencia de que la manera de ganar una discusión o de disciplinar a los hijos es con gritos.

En cambio, si los padres constantemente le dicen a su hijo que es inteligente y capaz, entonces lo van llenando de confianza. Ese niño crece con la creencia de que sí es capaz e inteligente, de que puede enfrentarse a lo que la vida le presente y de que puede ser exitoso. Buenas experiencias en la niñez sientan las bases para creencias positivas.

Excerpted from Los 7 Pasos Para Ser Mas Feliz: Csmo Liberarte del Estres, las Preocupaciones y las Angustias del Pasado by Isabel Gomez-Bassols
All rights reserved by the original copyright owners. Excerpts are provided for display purposes only and may not be reproduced, reprinted or distributed without the written permission of the publisher.

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